domingo, 9 de septiembre de 2012





Nunca me han gustado las sorpresas. O al menos eso he dicho siempre. Nunca me ha gustado que las cosas escapen de mi control, o al menos eso había creído.  Siempre he sido partidaria de crear patrones, trazar caminos, elegir lo que quiero y no dejar nada al azar.
Sin embargo en los últimos días, con los últimos sucesos me he dado cuenta de que han sido precisamente eso, pequeños detalles que me han cogido desprevenida, o grandes sorpresas inesperadas, lo que me ha iluminado. Lo que me da la ilusión que hasta hace poco había perdido.  He comprendido que es necesario dejar que algunas cosas simplemente fluyan, de nada sirve orientarlas hacia donde se supone que deben ir ya que a fin de cuentas el universo mismo tiende al caos…y por contradictorio que sea es ahí donde reside su armonía.
Hoy me siento con ganas de dar gracias a las personas que hacer que esto sea posible, que no dejan de sorprenderme por mucho tiempo que pase y que, a fin de cuentas, son las que hacen que las cosas sutiles merezcan la pena y que me sienta viva.